
Las distintas maneras de sacrificar en el Posclásico es muy rico y muchas veces se pueden reconocer los modelos míticos: las más comunes eran la extracción del corazón y la decapitación; venían luego el flechamiento, el sacrificio gladiatorio, por fuego, enterrar viva a la víctima, por derribamiento desde un alto mástil o por golpes en una peña, por extracción de las entrañas, estrujamiento en una red, derrumbamiento de un techo sobre las víctimas, descuartizamiento, lapidación. En ocasiones se podían combinar dos, tres y hasta cuatro métodos de muerte ritual; por ejemplo, en honor del Sol y de la tierra, se hacía extracción del corazón y luego decapitación, o a la inversa; también podía arrojarse a la víctima al fuego y luego realizar estos dos últimos métodos. El uso de anestésicos era común en los sacrificios por fuego. Muchas víctimas iban a la muerte sin miedo –incluso había voluntarios– pero otras lloraban o debían ser arrastradas hasta la piedra de sacrificio.
En ocasiones los dioses del cielo y otros se conformaban con la “esencia” del muerto, es decir, el humo del corazón quemado, el vapor de la sangre, mientras que los hombres comulgaban de la deidad o semideidad muerta. Sin embargo, en ciertos casos se renunciaba a la víctima y se le destruía en el fuego (lo que sucedía raras veces), enterrándola en una cueva o en una pirámide, o lanzándola a un remolino en un lago. Se puede considerar que en este caso el destinatario o, más precisamente, aquello de lo cual el dios era el ixiptla o representante: tierra, fuego, agua, etc., se comía directamente a las ofrendas humanas.
Existe evidencia de que el sacrifico humano fue practicado por diferentes culturas del Antiguo Medio Oriente y Norte de África. Durante algunas épocas del Antiguo Egipto, se sacrificaron sirvientes y oficiales para que fueran sepultados junto con el faraón recién fallecido, de modo que pudieran servirle en el más allá
Los griegos, romanos, celtas, cretenses, vikingos y otros pueblos bárbaros europeos, realizaron sacrificios humanos. Es célebre el caso de Agamenón, personaje de Esquilo, que, al partir para la guerra, para obtener vientos propicios de los dioses, decide sacrificar a su hija, Ifigenia, de belleza excepcional. Como en el relato bíblico del sacrificio de Isaac, Ifigenia es salvada en el último momento. Roma prohibió los sacrificios humanos en el año 97 a. C. e intentó imponer la prohibición en toda Europa con éxito diverso. Sin embargo las prácticas romanas de sangrientas muertes circenses, constituyen un derivación de los sacrificios humanos que pasaron de manera diversa. También en el Imperio romano la extendida práctica de matar a los hijos (filicidio) se relacionaba con la patria potestad que autorizaba a los padres familias a vender, matar, ofrecer a los dioses, subordinar a cualquier ocupación y devorar a los hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario